Los sistemas económicos han evolucionado a partir de cambios en la organización de la producción propiciados por individuos emprendedores. La infraestructura económica, el desarrollo de las fuerzas productivas, las relaciones de propiedad, el modo de producción y el espíritu emprendedor han ido dando lugar a un cambio en el mundo de las ideas y la filosofía de cada sociedad propiciando la evolución a nuevos sistemas económicos. Así es como se pasa de las sociedades de cazadores-recolectores a las agrícolas, de las agrícolas a las feudales, de estas últimas se pasa a un sistema mercantilista que antecede a un primer sistema capitalista que con el tiempo llevará al actual capitalismo global de plataformas digitales.
Probablemente todo empezó cuando la caza y la pesca dejó de ser abundante en los primitivos pueblos de cazadores-recolectores y se vieron obligados a asentarse en un lugar determinado, domesticar animales y sembrar tierras con la finalidad de asegurar su sustento. La necesidad agudiza el ingenio y el emprendimiento. El mito religioso del paraíso en la inocencia es posible que se construya a partir de esa situación idílica de los pueblos libres y viajeros nómadas con una dieta rica en carne sin preocupaciones políticas y organizativas. En donde los chamanes cubrían la ausencia de explicaciones sobre el mundo acudiendo a la magia y la religión. Las necesidades de conocimientos y explicaciones sobre la naturaleza se cubrían a partir de mitologías del Sol, la Luna, las estrellas y toda una suerte de seres inventados en diferentes narraciones que pasaban de generación en generación.
Cuando las sociedades de cazadores-recolectores emprenden el asentamiento permanente en un territorio con el descubrimiento innovador de la agricultura y los animales domésticos se pasa a un primer tipo de sociedad que será el que dará origen a la propiedad privada y al Estado.
El antiguo Egipto surge a partir de asentamientos agrícolas en torno al río Nilo y de la necesidad de realizar obras públicas en cooperación para frenar y aprovechar convenientemente las crecidas del río. La acumulación de excedentes lleva a los primeros sistemas de logística y almacenamiento, y a los primeros signos escritos para contabilizar tales excedentes. Para realizar las grandes obras utilizan esclavos que proceden de tribus vecinas menos desarrolladas y sin ejércitos.
La antigua Fenicia durante siglos, envió a sus marinos y comerciantes a explorar las principales vías de comunicación y comercio de los ríos y los mares.
Los fenicios realizaban intercambios que estaban basados en los productos que provenían del lejano Oriente, así como de los excedentes de las sociedades agrícolas esclavistas y de los productos artesanales hechos a mano que sobraban en sus ciudades-reino. Estas ciudades-reino constituían los principales núcleos económicos de la antigüedad.
En la antigua Grecia los núcleos económicos fueron las polis o ciudades que eran gobernadas por un rey, un dictador o un sistema democrático de representación del pueblo.
El antiguo Imperio Romano tenía su núcleo principal en la ciudad de Roma y se extendía prácticamente por toda la costa mediterránea.
Las civilizaciones egipcia, fenicia, griega y romana, en ese orden, se apoyaban en un sistema esclavista que constituyó las relaciones de la infraestructura económica fundamentales.
El trabajo de los esclavos en la actividad agrícola, después de la revolución del neolítico, fue la base de la economía. Los propietarios de tierras y esclavos (egipcios, fenicios, griegos y romanos) eran más ricos cuantas más propiedades tuvieran tanto de tierras como de esclavos. Por eso la guerra era un mal necesario como fuente de ingresos. Con la guerra se conquistaban tierras y se aprovisionaban de esclavos.
La caída del Imperio Romano dejó a los campesinos a merced de las incursiones bárbaras que esquilmaban y saqueaban sus pueblos y tierras. Los campesinos comenzaron a pagar protección a los señores más cercanos. Así los primeros señores con su ejército protegían a los campesinos siempre y cuando estos últimos pagaran con su vasallaje. Un primitivo sistema mafioso muy lucrativo para los señores feudales.
Los señores feudales protegían a un número determinado de vasallos que trabajaban las tierras. Las relaciones de vasallaje exigían entre otras las obligaciones de entregar un diezmo de su cosecha al señor y a la Iglesia.
El comercio en la época feudal fue muy reducido respecto al del sistema esclavista anterior y únicamente se realizaban ferias anuales en donde se intercambiaban ganado y todo tipo de productos artesanales.
Con el paso del tiempo los ataques de los bárbaros fueron disminuyendo y ya no fue necesaria la protección de los señores feudales. La época feudal comienza entonces su fin. Los campesinos emprenden y abandonan sus relaciones de vasallaje y se instalan por su cuenta, y surgen otros emprendedores los artesanos que se agrupan en gremios y no están tampoco sometidos a las relaciones de vasallaje con los señores.
Los gremios de artesanos, ganaron reputación y dinero entre la sociedad estamental. Los nuevos asentamientos promovidos por los emprendedores de la época, esto es, los artesanos y los antiguos campesinos, comenzaron a crecer fuera de las murallas de los castillos, se fundaron nuevas ciudades y se inició la difusión de los primeros instrumentos financieros como la letra de cambio y los pagarés. Esto pudo haber comenzado a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI. Los impulsos del descubrimiento de América, los avances del comercio, de las letras de cambio, pagarés, la primera banca, los progresos en la navegación, la impresión de libros y la relojería dieron lugar a un primer capitalismo mercantil.
Emerge gracias al comercio una nueva clase social de burgueses que se suma a los campesinos, la nobleza y el clero.
En el sistema mercantil la Iglesia Católica no veía bien a estos nuevos ricos burgueses. La nobleza, la monarquía, el clero eran elegidos por Dios, en cambio los burgueses generaban su riqueza trabajando en el comercio, realizando préstamos y desarrollando diferentes tareas de emprendimiento con riesgo. Por ello la Iglesia condenaba a los burgueses ricos a redimir el pecado de su riqueza con obras de caridad y donaciones a la Iglesia.
La reforma protestante de Lutero y más aún la de Calvino tienen éxito entre los burgueses. Estas reformas reinterpretan las escrituras de modo tal que el ser rico dejaba de estar mal visto y la riqueza como producto del trabajo, era igualmente digna. El emprendimiento es bendecido primero por la reforma protestante y después por la propia Iglesia Católica ya que ésta rectifica y recogiendo las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino, acaba autorizando hasta el cobro de intereses por los préstamos realizados.
Aquellos primeros burgueses artesanos constituyen probablemente algunos de los primeros emprendedores, agrupados en gremios pasan a construir las primeras fábricas principalmente de telares mecánicos y las primeras industrias extracción y utilización de carbón a finales del siglo XVIII en Inglaterra. La primera revolución industrial se inicia allí con las inversiones de estos primeros emprendedores en fábricas y en innovaciones. Una importante innovación por la que apuestan estos emprendedores es la máquina de vapor de Watt, que introducen y utilizan en distintas industrias. Las máquinas de vapor pasaron a ser utilizadas en los barcos favorecidos por la navegación fluvial inglesa y más tarde en los primeros ferrocarriles.
La segunda revolución industrial se inicia en la segunda mitad del siglo XIX y hasta principios del siglo XX con las inversiones por parte de los emprendedores en el desarrollo del motor de combustión interna y la energía eléctrica.
El capitalismo de la primera y segunda revolución industrial supuso un cambio muy importante pues las clases sociales que anteriormente eran la aristocracia, el clero, los campesinos y los artesanos o burgueses pasan a diluirse. Con el capitalismo las clases sociales pasan a ser: los trabajadores, ya fueran proletarios o campesinos, que aportan su fuerza de trabajo; y los capitalistas burgueses, que emprenden actividades empresariales arriesgando su capital para adquirir los medios de producción, y aportar su trabajo organizando la producción y comercialización de sus productos.
En las dos revoluciones industriales las protestas laborales y las revueltas sociales se prodigaron de modo creciente. Con este malestar social han surgido los primeros sindicatos y las nuevas ideologías alternativas para un cambio hacia otro sistema económico como el socialismo, el comunismo y el anarquismo. Tales sistemas alternativos ofrecían mejores condiciones de vida para los trabajadores. Como buenas utopías, el socialismo, el comunismo y el anarquismo se construían razonablemente bien basándose en la planificación centralizada y en el bien común de la sociedad. Sin embargo, tales alternativas fallaban en la pérdida de libertad del individuo frente al Estado.
El capitalismo y el emprendimiento de hoy ha evolucionado mucho y no tiene mucho que ver con el capitalismo mercantil del siglo XVI, ni con el capitalismo de la primera revolución industrial que abarca de la segunda mitad del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XIX, o con el capitalismo de la segunda revolución industrial que se inicia en la segunda mitad del siglo XIX y llega hasta principios del siglo XX. Es más, a partir de los inicios del siglo XX comienza un capitalismo financiero que desemboca en la crisis del Crack de 1929. Más adelante y como continuación de la Segunda Guerra Mundial se inicia un capitalismo del Estado de Bienestar en Europa que dura hasta la crisis de los años setenta. La liberalización, desregulación y privatización de finales de los setenta lleva a un nuevo capitalismo financiero que dura hasta la crisis financiera del año 2008.
Hoy en 2020 con la crisis del COVID-19 se especula con que tenemos un capitalismo global de plataformas digitales.
Aquellas primeras sociedades de cazadores-recolectores sabían que cooperando podían subsistir. Aquellas sociedades primitivas percibieron que a veces la cooperación significa renunciar al individualismo. También aquellos pueblos primitivos percibieron que los recursos naturales no eran ilimitados.
El sistema económico actual y el próximo sistema económico, deberán basarse en la consciencia de la vulnerabilidad humana ante las enfermedades, en la cooperación, en la consciencia de lo limitado de los recursos naturales y del crecimiento de la población del planeta y en un emprendimiento más social.
Escrito por Pablo Coto Millán. Director del máster de comercio, transportes y comunicaciones internacionales. Master Transcom de la Universidad de Cantabria.
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