Hoy parece que la economía ortodoxa, el “mainstreim” de la Economía, ha perdido interés por las grandes cuestiones como son la evolución del capitalismo, la distribución de la renta entre los individuos de una sociedad, salvo, claro está dignas excepciones, que se realizan en publicaciones de libros no juzgados y evaluados por pares. Evidentemente, una excepción es Piketty que se interesa por estas cuestiones.
La Economía hoy se interesa más por la teoría de los precios y sus aplicaciones inmediatas al ámbito regulatorio. Los problemas del paro, la inflación y la energía, son tratados también desde la óptica de la teoría de precios. ¿Cómo subvencionar el desempleo? ¿En cuánto fijar el salario mínimo? ¿En cuánto se han de fijar las cuotas de la Seguridad Social? ¿Cuáles deben ser los tipos impositivos del IRPF? ¿Debe crearse un nuevo impuesto al funcionamiento de la Banca?
La tendencia de la Teoría Económica y de la Economía Aplicada convencionales es a ocuparse cada vez más en problemas concretos. Problemas centrados en los individuos, en las conductas individuales, en las elecciones individuales en condiciones complejas y de incertidumbre respecto al entorno medioambiental o respecto a comportamientos estratégicos de otros agentes.
Ya hace tiempo Solow escribió: “Los economistas de hoy se enfrentan con el siguiente dilema: decir cada vez más acerca de una parcela cada vez menor, o decir cada vez menos acerca de problemas cada vez más amplios”. A Solow, y con él a la mayor parte de los economistas ortodoxos, le preocupaba más la primera alternativa. Desafortunadamente, con algunas excepciones solo hoy se interesan por las grandes cuestiones los economistas radicales, marxistas, y neoricardianos.
Un economista que constituyó con sus disidencias otra excepción fue Galbraith quien escribió: “Los economistas pueden, si realmente lo desean, ser irrelevantes; si el economista opta por una vida confortable y por horas de trabajo regulares, puede continuar ganándose la vida con las sutilezas infinitamente interesantes del engaño”. Para Galbraith los economistas hasta finales del siglo XX se ocupaban de problemas irrelevantes, de las partes antes que del todo.
Entre los investigadores de hoy hay dos tipos de cuestiones que resultan de interés. Los problemas internos de las disciplinas y las Ciencias y los problemas externos del mundo actual. En este sentido he de decir que estoy de acuerdo con Tobin que sugiere que: “…la Economía llega a una “edad de oro” cuando los intereses investigadores sobre cuestiones internas a la disciplina y externas del mundo convergen en la misma dirección”. Esto parece que fue lo que ocurrió cuando nació la Economía a finales del siglo XVIII y principios del XIX con Adam Smith. Tal nacimiento fue por la necesidad de dar respuesta a los interrogantes políticos de la época sobre mantener el proteccionismo del comercio exterior británico o no. Del mismo modo en los años treinta del siglo XX surgió Keynes para dar respuesta a los problemas de la depresión económica.
Hoy el mundo exterior nos plantea guerras, cambio climático, paro, inflación, crisis de la energía, problemas que algunos creen nuevos y que requieren explicaciones originales, sin embargo, son los grandes problemas de siempre que pueden ser explicados por la teoría convencional hasta que aparezca nuevo paradigma.
En general, el desarrollo de la investigación en Economía parece hoy estar más dominado por cuestiones internas a las disciplinas que con los problemas reales del mundo exterior antes mencionados. Cuestiones como la toma de decisiones bajo condiciones de incertidumbre, el papel de los costes de transacción en los modelos de intercambio, la influencia de las actitudes individuales respecto al riesgo, etc. En menor medida la Economía se orienta también a cuestiones dinámicas y hacia infinitas complejidades de los modelos de equilibrio general. Subsisten también como áreas poco exploradas la comparación entre sistemas económicos alternativos, el análisis del comportamiento colectivo, la generación endógena de los gustos, las condiciones de eficiencia en condiciones de “second best”, etc. Esta es la realidad. Y el futuro nos dirá si la Economía va en la dirección adecuada. En mi opinión, la investigación en Economía debe orientarse hacia la convergencia en la misma dirección de los factores internos y externos del mundo como las guerras, la energía, el paro, la inflación y la distribución de la renta entre los diferentes individuos que componen la sociedad.
Escrito por Pablo Coto Millán. Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la UC.
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