Abenjaldun relata la historia del Imperio de Malí. De acuerdo a la extensa historia de los reyes de Malí de Abenjaldun, el abuelo de Mansa Musa fue el visir conocido como Abu-Bakr, hermano de Sundiata Keita, fundador del Imperio de Malí. Mansa Musa ascendió al trono a través de la práctica de nombrar un emperador (un Mansa en adelante) sustituto durante una ausencia por viaje del anterior Mansa. Musa fue nombrado sustituto cuando el Mansa anterior se embarcó en una expedición para explorar los límites del océano Atlántico. Expedición de la que nunca regresó. El académico egipcio y árabe Al-Umari cita a Mansa Musa como sigue:
“El gobernante que me precedió no creía que sería imposible alcanzar el extremo del océano que rodea la tierra [refiriéndose al Atlántico]. Quería alcanzar ese [fin] y estaba determinado a continuar su plan. De modo que equipó doscientos barcos llenos de hombres, y muchos otros repletos de oro, agua y provisiones suficientes para muchos años. Ordenó que el capitán no regresara hasta que hubiera alcanzado el otro confín del océano, o hubiera terminado con todas las provisiones y el agua. Así partieron en su travesía. Estuvieron ausentes durante un largo período, y, al final, solo un barco regresó. Cuando se preguntó al capitán este respondió: «Oh, príncipe, nosotros navegamos durante mucho tiempo, hasta que vimos en medio del océano un gran río que corría masivamente. Mi barco era el último, todos los demás estaban delante, y fueron absorbidos en el gran remolino y no volvieron a aparecer jamás. Yo navegué de vuelta para escapar de esta corriente». Pero el sultán no le creyó. Ordenó que doscientos barcos fueran equipados para él y sus hombres, y mil más con agua y provisiones. Entonces me confió la regencia durante el término de su ausencia, y partió con sus hombres, para no regresar ni dar señales de vida jamás. Mansa Musa”
El Mansa Musa I (c. 1280 – c. 1337), llamado igualmente Musa I de Malí y conocido comúnmente como Mansa Musa, fue el décimo mansa, traducido como “rey de reyes” o “emperador”, del Imperio de Malí. Cuando Mansa Musa ocupó el trono, el Imperio de Malí se extendía por el territorio previamente gobernado por el Imperio de Ghana, así como Mande (Malí) y sus áreas inmediatamente próximas.
El Mansa Musa fue el gobernante más rico de su tiempo y es la persona más rica de todos los tiempos si se ajusta su patrimonio por la inflación.
Interpretar la riqueza del Mansa Musa es complicado, pero se calcula que, en dinero de hoy, sería alrededor de US$400.000 millones, una suma que supera con creces los US$106.000 millones que hicieron que el emprendedor Jeff Bezos, el fundador de Amazon, fuera declarado el hombre más rico en 2020. La fortuna de Jeff Bezos es la más grande acumulada por una persona que esté viva, si no se tiene en cuenta la inflación, aunque hay quienes lo disputan.
Incluso si se tiene en cuenta la inflación, al comparar la riqueza de Musa con la de los multimillonarios que vivos o muertos sobrepasa a los que quizás se nos vienen más pronto a la mente: la familia Rothschild, con alrededor de US$350.000 millones, y John D. Rockefeller, con US$340.000 millones.
El Mansa Musa fue un devoto musulmán y cumpliendo con uno de los preceptos islámicos, inició su peregrinaje a La Meca, lo que le hizo muy conocido en África del Norte y en Oriente Medio. Para Musa, el Islam era el fundamento de la cultura del mundo del Mediterráneo Oriental y por ello apoyó el crecimiento del Islam en su imperio.
Musa realizó su peregrinación en 1324, una procesión de la que se afirma que formaron parte sesenta mil hombres y doce mil mujeres, cada uno de los cuales portaba barras de oro de 4 libras de peso, heraldos vestidos de seda que portaban cetros de oro, caballos y bolsas de mano. También formaron parte de la comitiva ochenta camellos, variando los informes entre si portaban 50 y 300 libras de polvo de oro cada uno. Musa regaló oro a los pobres que encontró durante el camino. No solo hizo donaciones a las ciudades por las que pasó en su camino a La Meca, incluidas El Cairo y Medina, sino que también intercambió oro por recuerdos. Además, se ha registrado que construyó una mezquita todos y cada uno de los viernes durante el viaje.
La expedición de Musa fue documentada por numerosos testigos oculares durante el camino, quienes quedaron extasiados ante su riqueza y grandeza de la procesión. Hay una gran variedad de fuentes que documentan este peregrinaje, como diarios, relatos orales e historias. Se sabe que Musa visitó al sultán mameluco An-Nassir Muhammad de Egipto en julio de 1324.
Las generosas acciones de Musa, no obstante, provocaron una perjudicial hiperinflación en las economías de la región. Así, en las ciudades de El Cairo, Medina y La Meca, la repentina entrada de oro devaluó este metal durante la siguiente década. Como consecuencia de ello, se produjo una hiperinflación de los bienes de consumo y equipo. Para rectificar la situación del mercado de oro, Musa tomó prestado todo el oro que pudo portar de los prestamistas de El Cairo a un elevado interés. Probablemente se trata del único caso en la historia en el que un solo hombre controló directamente el precio del oro en el Mediterráneo.
Se ha documentado que Mansa Musa viajó a las ciudades de Tombuctú y Gao en su viaje hacia La Meca, haciéndolas parte de su imperio cuando regresó hacia 1325. Llevó a su pueblo arquitectos de Andalucía, así como de El Cairo, para construir su gran palacio en Tombuctú y la gran mezquita de Djingareyber, que todavía se mantiene.
Tombuctú se convirtió pronto en un centro comercial, cultural e islámico. Los mercados trajeron comerciantes de Nigeria, Egipto y diferentes reinos africanos. Se fundó una universidad en la ciudad, de la misma forma que se fundaron universidades en las ciudades también malienses de Djenné y Ségou, y el Islam se diseminó en los mercados y en la universidad, haciendo de Tombuctú una nueva zona de predicación y estudio del Islam.[] Las noticias de la riqueza de la ciudad imperial de Malí cruzaron el Mediterráneo hasta Europa del sur, y los comerciantes de Venecia, Granada y Génova pronto añadieron a Tombuctú a su cartografía para comerciar bienes manufacturados a cambio de oro.
La Universidad de Sankore de Tombuctú fue equipada con nuevo personal durante el reinado de Musa, añadiéndose a su equipo juristas, astrónomos y matemáticos. La universidad se convirtió en un centro de aprendizaje y de cultura, atrayendo a académicos y estudiosos musulmanes de toda África y de Medio Oriente hasta Tombuctú.
Durante este período, se observó un nivel urbanístico avanzado en los principales centros de Malí. Sergio Domian, un estudioso del arte y la arquitectura italiano, escribió lo siguiente sobre este período: “Así fueron sentadas las bases de una civilización urbana. En el cénit de su poder, Malí tenía al menos 400 ciudades, y el interior del Delta del Níger estaba muy densamente poblado”.
Si bien el palacio de Musa ha desaparecido, la universidad y la mezquita todavía se mantienen en el actual Tombuctú.
La muerte de Mansa Musa ha sido objeto de intenso debate entre los historiadores modernos y entre los académicos árabes que registraron la historia de Malí. A partir de la comparación de los reinados de sus sucesores, tanto su hijo Mansa Maghan (cuyo gobierno se ha registrado entre 1332 y 1336) como su hermano mayor Mansa Suleyman (cuyo reinado se ha registrado entre 1336 y 1360), y los 25 años registrados de reinado de Musa, se puede fijar la fecha de su muerte aproximadamente en el año 1332. Otros registros declaran que Musa había planeado abdicar al trono a favor de su hijo Maghan, pero murió poco después de volver de La Meca en 1325. Además, de acuerdo a un relato de Abenjaldun, Mansa Musa estaba vivo cuando la ciudad de Tlemcen, en Argelia, fue conquistada en 1337, dado que envió representantes a Argelia para felicitar a los conquistadores por su victoria. El misterio de la muerte del Mansa Musa nunca fue desvelado.
Con el tiempo del antiguo Imperio Malí se disgregó el Imperio de Ghana y algunos territorios limítrofes y, Malí fue decayendo económicamente. Hoy Malí ocupa el puesto 184 de la lista de 189 países por su Índice de Desarrollo Humano y el 36% de sus ciudadanos viven en la pobreza extrema. Sin embargo, Malí es hoy un país con 20 millones habitantes, autosuficiente en cereales como mijo y sorgo, con una producción del 93% del arroz que consume, excedentes agrícolas y ganaderos que le permiten ser el primer exportador del continente africano de algodón y el segundo de ganado. Con una producción de pescado y electricidad de las presas de los dos grandes ríos que atraviesan su territorio el Níger y el Senegal. Que además es el tercer productor africano tras Ghana y Sudáfrica de oro y productor también de fosfatos y petróleo.
La explicación es el mal funcionamiento de las instituciones. Las instituciones no ofrecen seguridad en los derechos de propiedad y el país se encuentra amenazado por la violencia yihadista. Las instituciones funcionan con una de las mayores corrupciones del mundo. Los emprendedores empresarios se encuentran extorsionados sistemáticamente por los funcionarios del gobierno. El pago de sobornos a empleados públicos, las actividades de financiación a conseguidores y a políticos que luego devuelven en modo de prebendas sus favores forma parte del funcionamiento habitual. Este sistema de instituciones más “extractivas” que “inclusivas” genera la pobreza y el fracaso económico de Malí.
El 18 de agosto de 2020 un grupo de soldados, dirigidos por el coronel Assimi Goita, dieron el cuarto golpe de Estado en la historia de Malí. La junta militar presidida por Assimi Goita rige ahora los destinos de Malí.
Escrito por Pablo Coto Millán. Director del máster de comercio, transportes y comunicaciones internacionales. Master Transcom de la Universidad de Cantabria.
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