Aristóteles trata en su Ética a Nicómaco un problema importante que luego adquiría una gran relevancia en la época medieval. El problema se enmarca en su discusión sobre la justicia conmutativa y hace referencia a la equidad de los intercambios. Se trata de saber en qué proporción se tienen que intercambiar los bienes para que el precio de los mismos pueda considerarse “justo”. Aristóteles también enfatiza en su obra Ética a Nicómaco nociones importantes de la teoría del valor, que se centran en las relaciones de justicia:
“Puede representarse esta reciprocidad proporcional de servicios por una figura cuadrada, en la que se combinen los términos opuestos en el sentido de la diagonal. Sea, por ejemplo, el arquitecto A, el zapatero B, la casa C y el calzado D. El arquitecto recibirá del zapatero la obra que es propia del zapatero; y en cambio, le dará la obra que él mismo hace. Si hay desde luego entre los servicios cambiados una igualdad proporcional, y en seguida hay reciprocidad de buenos servicios, las cosas pasarán como ya lo he dicho. De otra manera, no hay ni igualdad ni estabilidad en las relaciones, porque puede suceder que la obra del uno valga más que la del otro, y es necesario igualarlas. Esta regla tiene aplicaciones en todas las demás artes […]”
(Aristóteles en Ética a Nicómaco, pp. 144-145).
En la Figura 1 puede verse la interpretación que se realizó de este texto por Nicole de Oresme en su comentario de la obra de Aristóteles según Ekelund y Hebert (1998). Según estos autores el pasaje de Aristóteles se convirtió en un tema de continuo examen por los autores escolásticos de la Edad Media. De hecho, estos autores escriben: “A causa de su significado oscuro y de no estar centrado en el mercado, el análisis aristotélico del intercambio entre dos partes no nos acerca mucho a un análisis del precio de mercado”. Es cierto que a la representación de la Figura 1 de Nicole Oresme se le he añadido horas de trabajo o bien su equivalente en unidades monetarias y de este modo la reciprocidad e igualdad a la que se refiere Aristóteles queda reflejada igualando horas de trabajo homogéneo o bien, unidades monetarias, para llegar al precio de mercado.
Figura 1: Equilibrio del Intercambio de Mercancías
Fuente: Elaboración propia a partir del Gráfico ofrecido por Nicole Oresme en su comentario a Aristóteles del siglo XIV. (Ekelund y Hebert (1998) página 23).
La Figura 1 puede interpretarse como unos ejes cartesianos para el arquitecto A, en donde el origen A crece en dirección a C en producción de metros cúbicos de casas en ordenadas conforme emplea más horas de trabajo en abscisas desde A hacia B. Esto es, la producción de casas conforme a las horas empleadas es el segmento AD. Del mismo modo el origen B del zapatero crece en producción de zapatos en ordenadas en dirección a D conforme trabaja horas en abscisas hacia A. Esto es, la producción de zapatos conforme a las horas empleadas es el segmento BC. El arquitecto trabaja H horas para producir M metros cúbicos de Casas y el Zapatero trabaja H` horas para producir Z zapatos. Siguiendo el texto de Aristóteles si las horas de trabajo fueran homogéneas, esto es, H = H´ para el arquitecto y el zapatero, el intercambio se realizaría de modo que el zapatero intercambiaría Z zapatos por M metros cúbicos de construcción. Si no hubiera igualdad proporcional ni estabilidad en las relaciones entre las horas de trabajo del arquitecto y el zapatero, porque puede suceder que la obra de uno valga más que la de otro, es necesario igualarlas, dice Aristóteles. ¿Cómo se igualan? Asignando un valor monetario a cada mercancía. De este modo H y H´ en la Figura 1 pasarían a representar cantidades monetarias a las que son traducidos metros cúbicos de obra y cantidad de zapatos. Así cuando las cantidades monetarias H y H´ sean iguales se produce el intercambio. Esta regla tiene aplicaciones en todas las demás artes y nos daría el precio de justicia aristotélico para el intercambio.
El modelo aristotélico del intercambio aislado es esencialmente el que se produce entre dos individuos o dos partes que intercambian de acuerdo con sus preferencias subjetivas sin considerar, en absoluto, el mercado. Sin embargo, el intercambio en el mercado tiene lugar cuando existe un gran número de participantes y todos ellos están informados. Para Aristóteles en su obra la Política (Aristóteles (2015)), en el intercambio aislado no existe un precio de mercado, sino un acuerdo. Cuando los intercambios se producen solo entre dos individuos, para Aristóteles será necesario en muchos casos acudir a un árbitro o un juez. En cambio, cuando los intercambios se realizan entre numerosas personas y participantes, se acaba determinando el propio precio de mercado. Aunque si así no fuera, entonces la justicia habría de resolver de nuevo con un juez el precio justo.
Espero que la argumentación de Aristóteles, que resultaba bastante confusa en la interpretación de Nicole de Oresme y que ha sido objeto de controversia hasta hoy, puede ser interpretada conforme a las líneas anteriores de un modo más claro.
Escrito por Pablo Coto Millán. Director del máster de comercio, transportes y comunicaciones internacionales. Master Transcom de la Universidad de Cantabria.
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