En 1848 se inicia el movimiento sufragista en Estados Unidos con la “Declaración de Sentimientos” de Seneca Falls.
Hoy en el siglo XXI la mayoría de los países del mundo han reconocido el derecho de las mujeres a votar y ser votadas. No obstante, aún hoy quedan países que no lo reconocen.
En mi opinión la desigualdad de la mujer proviene del paso de la sociedad matriarcal a la patriarcal. En el paleolítico las evidencias parecen mostrar la existencia de sociedades matriarcales. El matriarcado era una consecuencia lógica de las primeras sociedades de “gens” o clanes de los siguientes tipos: consanguíneas, punalúas y sindiásmicas.
En sociedades de cazadores y recolectores las relaciones de hombre y mujer eran igualitarias debido a las relaciones de parentesco matriarcales de estas sociedades.
Cuando llega la revolución agrícola, en el neolítico, inicialmente se mantuvieron los sistemas de parentesco de estas sociedades igualitarias. Es cierto que eran situaciones de comunismo primitivo, con la mayor parte de los bienes comunes, con excepción de algún bien privado de uso personal. En estas sociedades circunstancialmente podía surgir una jefa o jefe voluntariamente. Lo que denominamos sociedades de jefatura.
Con el aumento de bienes privados de la revolución del neolítico y de la cooperación natural entre padres e hijos la consecuencia fue el paso de la sociedad matriarcal a la patriarcal.
En la sociedad matriarcal, matrilineal y matrilocal cuando una mujer fallecía sus bienes eran heredados por las hermanas y hermanos de esa mujer. El hombre quedaba excluído tanto marido como hijo. Cuando los bienes privativos eran pocos este hecho no era relevante, pero, cuando pasaron a ser importantes los hombres y, probablemente también las mujeres, desearon que también sus hijos varones heredasen sus bienes. Con el matriarcado la descendencia sólo se contaba por línea femenina, y según la primitiva ley de herencia imperante en la “gens”, los miembros heredaban de su pariente gentilicio fallecido. Sus bienes debían quedar, pues, en la “gens”. En la práctica estos bienes eran de poca importancia y pasaban a los parientes más próximos, es decir, a los consanguíneos por línea materna. Si fallecía el padre los hijos del difunto no pertenecían a su “gens” sino a la de la madre y no podían heredarle. Sí podían heredar a la madre, con los demás consanguíneos de ésta, pero, no podían heredar a su padre porque no pertenecían a su “gens”, en la cual debían permanecer sus bienes. Con la revolución del neolítico las herencias pasaron a ser importantes en términos de tierras y rebaños y a la muerte de sus propietarios pasaban primero a sus hermanas y hermanos y a los hijos de estos, o a los descendientes de las hermanas de su madre. Sin embargo, sus propios hijos fueran varones o mujeres se veían desheredados.
Además, con el paso del nomadismo al sedentarismo de la revolución neolítica, los hombres se unen para defender sus cosechas y rebaños, mientras que las mujeres pasan a especializarse en tareas más domésticas. En esa nueva situación es posible que los hombres aspirasen a modificar los derechos de herencia a favor de sus hijos varones.
La forma más elemental de cooperación natural es la protección de la descendencia y es posible que contara con la aprobación de las mujeres. Es probable incluso que ellas cooperasen a favor de sus hijos frente a los derechos de sus propias hermanas y hermanos. De esta manera fue abolido el derecho materno en las herencias y se modificó a favor del derecho paterno. La consecuencia del establecimiento del derecho paterno fue el nacimiento del patriarcado.
En el patriarcado el hombre no iba a otro clan o “gens” a buscar mujer y descendencia, como en las sociedades matrilocales, sino que tuvo que ser la mujer la que pasó a buscar uniones con hombres en otro clan o “gens”, esto es, se pasó a sociedades patrilocales. Así los hijos de los hombres permanecieron en el clan o “gens” y se hicieron patrilineales con lo que las hijas tuvieron que hacer lo que hacían con anterioridad los hombres. Esto es, irse de su casa hacia otro clan o “gens” para contraer matrimonio.
Este cambio las mujeres madres pudieron estimarlo muy positivo al principio, pues sus hijos podían heredar los bienes conseguidos con esfuerzo por su padre y su madre, al fallecimiento de cualquiera de los dos, frente a los derechos de las hermanas y los hermanos de la madre. Sin embargo, supuso una revolución que acabó dando lugar a sociedades más desiguales para las mujeres.
Las consecuencias de este cambio en el sistema de herencia dieron lugar a que los padres varones buscarán cómo garantizar que los hijos eran de su sangre. La única forma que se les ocurrió, para tener estas garantías, fue abolir los sistemas de matrimonios en grupo como los mencionados de sociedades consanguíneas, punalúas y sindiásmicas, y crear los matrimonios monógamos con intolerancia y castigo para la mujer adúltera.
Algo que en su momento tanto a los padres, hombre y mujer, les pareció un beneficio para sus hijos, y una situación para las mujeres “en apariencia” igual para los hombres, finalmente tuvo como consecuencia la pérdida de igualdad entre hombre y mujer.
El origen de la propiedad y los derechos de herencia dio lugar al nacimiento del patriarcado.
Por otra parte, a medida que los excedentes agrícolas y ganaderos fueron creciendo fue aumentando la población y la cooperación voluntaria fue sustituida por la cooperación coercitiva organizada por los hombres guardianas que eligen un jefe o rey. Es entonces cuando nace el Estado y en él el patriarcado se afianza en normas y leyes impuestas por la fuerza.
En los últimos diez mil años el patriarcado ha generado una tremenda desigualdad para la mujer.
Probablemente en nuestro sistema occidental estemos más cerca que nunca de conseguir la igualdad de derechos entre hombre y mujer.
Aprovechemos la complementariedad existente entre hombres y mujeres en igualdad y construyamos un mundo mejor.
Escrito por Pablo Coto Millán. Director del máster de comercio, transportes y comunicaciones internacionales. Master Transcom de la Universidad de Cantabria.
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