En la primera crisis económica de 1870 a 1890 se apunta como causa fundamental la competencia de Francia, Alemania de la nueva nación norteamericana frente al Reino Unido en lo que se denominó la segunda revolución industrial. Esta crisis de sobreproducción, competencia, caída de los precios, salarios y derechos sociales en alza, dio lugar a que se desplazara la innovación del Reino Unido a otros países y se expandiera la generación de progreso tecnológico, con sus consiguientes efectos positivos.
Desde los distintos gobiernos centroeuropeos e inglés se adoptaron medidas de proteccionismo aduanero lo que provocó que los mercados se extendieran fuera del viejo continente. La revolución del transporte y las comunicaciones permitió la aparición de un mercado mundial. Las naciones europeas trataron de asegurarse los recursos necesarios con inversiones en colonias que proporcionaron desde las materias primas (petróleo, minerales, algodón, caucho, etc) hasta los productos de consumo generalizado (azúcar, café, etc). Desde los gobiernos se apoyó la concentración empresarial en sus diversas formas (cártel, trust y holding), para que adquirieran los territorios necesarios proveedores de tales materias primas y productos de consumo. También desde los gobiernos se favoreció la creación de nuevos instrumentos financieros, de las grandes sociedades anónimas, de las acciones y obligaciones. La expansión y creencia generalizada en el mercado de valores y la cultura financiera se había extendido. Los bancos pasaron de ser pequeños, de dedicarse al cambio de moneda y a tareas de prestamista, a concentrarse en fusiones y constituirse en verdaderos motores financieros de la industria.
En la segunda crisis económica de 1929 a 1939 la gran burbuja especulativa hace quebrar precisamente la confianza en el mercado de valores y el sistema financiero y bancario. Desaparece la confianza justo en aquello que nos sacó de la gran primera crisis económica mundial: los nuevos instrumentos financieros, las sociedades anónimas y los grandes bancos. Desde el gobierno, primero de los Estados Unidos y luego de los principales países europeos, se promovió la actividad económica con la construcción de infraestructuras y obras públicas, y se controló con regulación adecuada la oferta monetaria, y se apoyó al sistema financiero y bancario.
La tercera crisis económica de 1971 a 1981, fue una crisis monetaria, quebró el sistema monetario de Bretton-Woods y el patrón oro fue sustituido por el dólar. Fue una crisis agrícola ya que las malas cosechas mundiales y las escaladas de los precios de los cereales generaron los inicios de una inflación mundial. Finalmente fue una crisis energética ya que los precios del crudo controlados por el cártel del petróleo se cuadruplicaron a finales de 1973 y tuvieron un nuevo repunte importante en 1978-1979.
Las respuestas de las políticas económicas de los gobiernos a la crisis fueron de dos tipos. Los países desarrollados adoptaron políticas de economía de la oferta. Reagan y Thatcher lideraron estas políticas económicas basadas en recortes de lo público, privatizaciones y liberalizaciones. Otros países que estaban generalmente en peores condiciones, especialmente los países latinoamericanos, adoptaron políticas de expansión fiscal basadas en el endeudamiento. Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca mantuvieron no obstante sus estados de bienestar apretándose el cinturón, con aumentos de impuestos y mantenimiento del apoyo a la sanidad, educación y la innovación.
La cuarta crisis económica de 2008 a 2014, fue una crisis por un lado financiero. Existían en el 2008 demasiados productos financieros tóxicos y poco transparentes en una burbuja financiera inflada sobre las hipotecas “subprime”. Crisis por tanto financiera y bancaria. Por otro lado, fue una crisis agrícola consecuencia de las malas cosechas rusas que generaron inflación en productos alimenticios. De nuevo es una crisis energética, los precios del crudo nunca anteriormente habían sido tan altos. Fue una crisis además de confianza en las nuevas tecnologías y en la tan esperada “tercera revolución industrial”. La no llegada de los beneficios esperados de la “tercera revolución industrial” y el retraso de captar beneficios tangibles de la revolución de la sociedad de información acabaron generando desconfianza. La tan ansiada revolución digital ya había generado la paradoja enunciada por Solow: ¿Dónde están los beneficios de las Tecnologías de Información y Comunicación? Solow formulaba su paradoja en 1988. Mucha literatura económica trató de darle respuesta. Sin embargo, fue el mercado en el año 2000 quien contundentemente respondió. Las empresas punto.com cotizables en bolsa sufrían un descalabro apoteósico. Desde ese año 2000 hasta el 2008 se trasladaron las inversiones de las punto.com hacia hipotecas aparentemente más seguras pero sustentadas en las arenas movedizas del apalancamiento de los individuos y las instituciones financieras. Las consecuencias de la apuesta en las procelosas aguas de este tipo de inversiones aún hoy las estamos pagando.
La respuesta a la crisis por parte de la Unión Europea ha sido la de realizar recortes en gasto público y proceder a privatizaciones. La Unión Europea ha impuesto un “austericidio” a los países del sur como Grecia, España, Italia y Portugal, quienes más han sufrido la crisis y más lentamente han salido de la misma. Mientras tanto Alemania, Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca, se han apretado el cinturón, sin embargo, han pasado en estos últimos años de crisis a liderar la eficiencia en la producción e innovación en Europa.
La pandemia del COVID-19 ha generado una gran crisis económica de impacto aún incierto en la economía mundial. La respuesta a la crisis por parte de la Unión Europea está siendo ahora la de aumentar el gasto público. No obstante, Holanda, Suecia, Finlandia y Dinamarca, han propuesto una expansión del gasto público con obligaciones. En la anterior crisis estos países junto con Alemania se han apretado el cinturón y han pasado a liderar la eficiencia en innovación en Europa, a pesar de que el líder mundial en este aspecto tecnológico sigue siendo Estados Unidos. No obstante, están avanzando con pasos de gigante los países asiáticos como China, India, Corea del Sur, Japón, en eficiencia en la generación de innovación y progreso tecnológico. ¿Qué tienen en común estos países tan distintos? Estos países realizaron y realizan una apuesta por la educación y la innovación.
Como se puede ver la primera gran crisis duró casi veinte años, la segunda y la tercera duraron diez años, la cuarta duró entre cuatro y seis años, dependiendo del país. ¿Cuánto va a durar la crisis del COVID-19? Si observamos los grandes ciclos económicos de largo plazo son de cincuenta y nueve años entre el 1870 y 1929, de cuarenta y cuatro años entre 1929 y 1973, de treinta y cinco años entre 1973 y 2008 y de doce años entre 2008 y 2020. Los ciclos económicos largos cada vez se hacen más cortos y más suaves, mientras que los ciclos económicos cortos envueltos sobre los largos cada vez son más bruscos.
No me importa mucho la exactitud en los años. Nadie tiene la bola de cristal. Kondratieff creía en los grandes ciclos entre 50 y 60 años. Los ciclos cortos con duración de algo más de 3 a 4 años, fueron descubiertos en su día por Kitchin. Juglar definió los ciclos de 8 años. Distintos autores detectan la existencia de ciclos de 12 a 15 años a los que denominan ciclos de construcción. En mi opinión dos ciclos cortos, de 3 a 4 años, dan lugar a un ciclo medio de unos 6 a 8 años, estos a su vez generan un ciclo de construcción, de 12 a 16 años, y cuatro ciclos de construcción generan un ciclo de onda larga o de Kondratieff, de 48 a 64 años de duración.
En el ciclo largo de Kondratieff durante la expansión los ascensos son prolongados y más fuertes, las crisis son suaves, y las recesiones cortas. En cambio, durante la depresión, los ascensos son débiles y cortos, por eso las recesiones prolongadas hasta alcanzar el grado de depresión general económica. La única forma de actuar para corregir la senda depresiva es actuar con intervenciones gubernamentales sobre los ciclos cortos.
No se trata aquí de hacer un erudito escrito de los ciclos económicos. Tampoco de demostrar científicamente la existencia de los ciclos económicos o de realizar predicciones sobre el próximo ciclo. Pero sí apoyado en el discurso anterior enunciar una opinión fundamentada sobre la tarea de los gobiernos. En mi opinión la tarea de los gobiernos responsables ha de ir dirigida a atenuar los efectos de los ciclos económicos cortos. Tanto en épocas de bonanza como de crisis. Suavizar la euforia de los mercados y las grandes ganancias con estabilizadores basados en impuestos y mecanismos reguladores que impidan la creación de burbujas especulativas generadoras de crisis. Activar la economía en épocas de depresión con inversiones públicas eficientes que generen empleo. En definitiva, la tarea de los gobiernos ha de ser amortiguar los efectos perversos de los ciclos económicos sobre la población. No quedarse impasibles como si los ciclos fueran como la lluvia y las tormentas de la naturaleza. Se dice “nunca llovió que no escampó”. También se dice “después de la tormenta siempre llega la calma”. Sin embargo, si cuando llueve y hay tormenta se da cobijo, alimentos, sanidad, educación y trabajo a la población se estará cumpliendo con la tarea de todo gobierno.
Escrito por Pablo Coto Millán. Director del máster de comercio, transportes y comunicaciones internacionales. Master Transcom de la Universidad de Cantabria.
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